“La otra Generación del 27”.
El catedrático de Literatura Española de la UNED realizó una interesante disertación sobre “la otra Generación del 27”. Con esto venía a decir que la etiqueta de “generación del 27” –es decir, la que incluye una decena de poetas, y a la que hace referencia la famosa foto del Ateneo de Sevilla de 1927- es bastante limitada.
En primer lugar porque, en contra de la fecha de referencia, la mayor parte de los escritores –excepto Lorca, por razones obvias- escriben sus obras más importantes después de la Guerra Civil. Así ocurre en los casos de Cernuda o Dámaso Alonso, quienes hubieran sido escritores de segunda fila si sus vidas y sus obras no hubiesen rebasado esa frontera cronológica.
En segundo lugar, porque en esa década de los veinte no sólo escriben los poetas canónicos del 27, sino que conviven autores de generaciones anteriores, como la del 98, y del Modernismo –Machado es el ejemplo más importante- así como poetas tan significativos como Juan Ramón Jiménez. Y otros más jóvenes, como Miguel Hernández.
Y también escriben mujeres, poetisas como Concha Méndez y Josefina de la Torre.
Asimismo, no sólo escriben poetas. También hay importantes novelistas en esta época como Francisco Ayala, Benjamín Jarnés o Max Aub. De igual modo, hay dramaturgos relevantes como Miguel Mihura o Jardiel Poncela. Y, por supuesto, filósofos. Así tenemos Ortega y Gasset, y a la veleña María Zambrano.
Pero en este período también hay pintores como Dalí o Maruja Mallo, cineastas como Buñuel y músicos como Falla o Ernesto Halffter.
Por todo ello, asegura Julio Neira, esta época es una de las más brillantes de la cultura española. Y por ello deberíamos hablar de una auténtica “Edad de Plata”, una denominación más adecuada, menos restrictiva que la de “Generación del 27”. Esta denominación no es sino fruto de la elaboración crítica de uno de los miembros, Dámaso Alonso, en una fecha tan tardía como 1948. Él es el encargado de crear la nómina de escritores consagrados bajo esta denominación generacional (Lorca, Alberti, Cernuda, Salinas, Guillén, Gerardo Diego, Prados, Altolaguirre, el propio Dámaso), eliminando por el contrario a algunos que curiosamente sí estaban en la famosa foto de 1927, Juan Chabás y José Bergamín, pero cuya figura resultaba muy incómoda en ese momento de la posguerra.